domingo, 26 de diciembre de 2010

HISTORIAS DE TILCARA I

En el corazón de la quebrada de Humahuaca, Jujuy, un puñado de personajes y circunstancias pintan un paisaje diferente, pero tan entrañable como el pueblo en el que conviven

Mercedes Costa, la cocinera antropóloga
Pueden hacer la prueba: pregúntenle a cualquiera que conozca dónde se come bien en Tilcara y, seguro, les responderá en El Patio.
El restaurante más frecuentemente recomendado del pueblo es un emprendimiento de Mercedes Costa, cocinera, pero también antropóloga, que llegó al pueblo hace 25 años, "cuando todavía pasaba el tren". Y fue esa doble profesión de Costa lo que sin duda determinó el rumbo de una propuesta gastronómica distinta: rescatar sabores regionales, en algunos casos olvidados incluso en su propia región.
El Patio tiene una década y se convirtió en parada obligada para quienes gustan de o al menos sienten curiosidad por platos a base de ingredientes como la llama y la quinoa. "La Argentina rechazó durante muchos años lo autóctono. Pero lo que no se perdió fue la memoria. Así que todavía puedo hablar con la gente, que me cuenta como la bolivianita del mercado que me explicó el otro día cómo limpiar la quinoa", asegura Mercedes desde la cocina-laboratorio.
Su amplio menú ofrece, entre mucho más, una buena variedad de preparaciones de llama: a la naranja, picante, en lomitos a la pimienta, como milanesa, en guiso... "El menú va cambiando. Si me aburro de un plato dejo de hacerlo", dice la antropóloga, que para el futuro, antes que nuevos proyectos imagina una vida más simple: "Mi sueño es achicarme un poco..."
Mientras tanto, sentarse a sus mesas, en pleno downtown Tilcara , es toda una experiencia.
Restaurante El Patio:Lavalle 352, Tilcara. Tel.: (0388) 495-5044

Jutta Riegel, la fotógrafa alemana
Si hubiera un Manual de instrucciones para dejarlo todo , seguramente incluiría ejemplos prácticos como el Caso Jutta Riegel .
Hace unos años, atribulada por circunstancias personales y profesionales, esta alemana de Düsseldorf cortó una encaminada carrera como agente inmobiliaria en Berlín, y se largó a viajar y fotografiarlo todo. Pasó por Ecuador, Uruguay, Marruecos y Bután, entre otros destinos. Pero el que la atrapó fue Tilcara, adonde volvió varias veces y desde donde emprendió otros tantos viajes regionales de los que la mayoría de los argentinos ni siquiera oyeron hablar.
El silencio de la Quebrada la decidió finalmente a desarmar su red de seguridad, su departamento berlinés, para instalarse por tiempo indeterminado en una casa en Tilcara con historia propia: pertenece a una pareja inglesa residente en Francia y no desentonaría en cualquier número de la revista Living . Ahí tiene una vecina (doña Negrita) con dos perros, a los que suele cuidar ("los únicos perros bilingües de Tilcara").
Pero antes, al pasar por Buenos Aires, Jutta imprimió en gran formato sus mejores fotos cosechadas por el norte argentino. Ahora las expone en el hotel Patio Alto de Tilcara y cuesta creer que no haya vivido siempre de la fotografía. Y así como, alta y rubia, no pasa precisamente inadvertida en el paisaje jujeño, parece que tampoco volverá jamás a encajar en una oficina en Berlín. Más bien planea futuros proyectos, como el de un libro de fotos de perros por toda la Argentina.
www.juttariegel.com



Francisco Tinte, el custodio fiel

José Antonio Terry (1878-1954) podría ser a Tilcara lo que Molina Campos es a San Antonio de Areco y la pampa húmeda en general: el artista que temprana y efectivamente retrató personajes locales, escenas y color, en un trabajo no sin cierto ingrediente antropológico. Sus obras están en el Museo Nacional de Bellas Artes y también en algunos europeos, pero la mayor colección, particularmente de su período jujeño, cuelga en el pequeño museo que ocupa la que fue su casa de verano y estudio, en el centro Tilcara, perfectamente conservada con muchos de sus muebles y unos notables techos.
Francisco Tinte, el director, lleva nada menos que 35 años en este museo. Conoce la casa como su propio hogar y se entusiasma al repasar cada dato biográfico de Terry, hasta tal punto de convencer al visitante, que probablemente llegue allí sin mucha idea de quién fue este artista. "Una de las cosas más sorprendentes de Terry es que era sordomudo -cuenta-, ¡lo que no le impidió en aquel tiempo comprender cuatro idiomas, estudiar en París y recorrer museos por media Europa!"
El guardián de estas 49 obras (algunas enmarcadas adecuadamente con cardón) admite, sin embargo, no haber visto nunca el original de su pintura favorita: La enana Chepa y su cántaro , propiedad del estado francés desde 1924. En el museo de Tilcara se puede admirar una reproducción junto con algunos bocetos de este trabajo.
Museo José Antonio Terry: Rivadavia 352 (lunes, cerrado)

Diario La Nación

Domingo 31 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa