lunes, 5 de marzo de 2012

JOSE MARÍA "KOLLA" MERCADO EN MI RECUERDO por Griselda Gutierrez

 José María "Kolla" Mercado fue músico, poeta, maestro y gran difusor de la Cultura Jujeña Es referente de la mayoria de los músicos andinos argentinos, sus obras son consideradas fundamentales dentro del cancionero popular jujeño, distintos carnavalitos y balilecitos de su autoria fueron grabados por Jaime Torres, Uña Ramos, Tomás Lipán, Gustavo Patiño, Tukuta Gordillo y demás artistas locales. 

Nació el 9 de agosto de 1930 en Abra Pampa. 
Respecto a su infancia en alguna entrevista declaró que no había conocido a su papá, su mamá se casó (haciendo una nueva vida) y dejándolo al cuidado de su abuela, quien lo criaría. 
Estudió en la Escuela Normal de Humahuaca recibiéndose de Maestro. Ejerció en la Puna. Enseñaba a interpretar quena, charango, guitarra, bombo, poesía, coplas. El dirá: 
“En los primeros años de juventud, la música era una forma de afrontar la dureza de los inviernos. En aquellos días, cuando me tocó ser maestro rural y lo único que se siente es el silbido del viento, empezaba a recordar las noches de serenatas de mi época de estudiante. Recordando las guitarreadas y amorcitos: así nacieron varias canciones”. 
Su obra es muy prolífica privilegiando contar la historia anónima de Jujuy y su gente, la lucha de los mineros, los levantamientos rebeldes indígenas, la vida de musiqueros, pastores y poetas. 
Viajará a Buenos Aires (a La Plata) a estudiar agronomía pero el amor por la música pudo más, no sólo se afianzó como artista sino que ayudó a grabar a grupos folklóricos que llegaban allí. Editó libros y cassettes con las voces de escritores de su región. Tomás Lipán diría que la casa del coyita era algo así como la embajada jujeña. 

Su gran deseo lo sintetizó en estas palabras: 
"Quería mostrar a los poetas nuestros. En la puna está Domingo Zerpa, en la quebrada Choque Vilca y Jorge Calvetti (muy admirado por Borges)"... También afirmará: 
"Muchos de mi zona vinimos a estudiar y nos quedamos acá. No me arrepiento, si yo no hubiera salido de Abra Pampa tampoco habría hecho nada, porque cuando uno vive en su medio no ve las cosas. Tenés que tomar distancia. La añoranza te hace valorizar tu tierra". 
Uno de sus primeros bailecitos fue "El Aguilareño" y jamás se cruzó por su mente que se iba a difundir tanto. Un día llegó a la mina El Aguilar y todos los mineros la estaban cantando. Fue emocionante. Terminó siendo un himno para ellos. Aunque como nunca le pareció una gran letra no la registró.
El Coyita marcó un camino de fidelidad absoluta a lo más claro de la Cultura Jujeña que, a la vez, es lo más humilde y lo más popular. Cantor del amor del minerito, de la tilcareña, de la bella niña de Purmamarca, del puneño que baja, como tantos, a hacerse de una vida: dijo el sentir de su gente al modo de su gente. 

 Yo tuve la gran suerte de conocerlo, compartir una extensa charla en Abra Pampa y presenciar su última actuación en el Festival del Huancar.
Al respecto dije en un artículo que escribí poco tiempo después de su partida, que este hombre profundo, de silencios cargados de sentido, encendió en mí el compromiso de difundir esta página invisible de la "América profunda" que siempre está pugnando por salir a la luz por más que otros busquen silenciarla...
Hoy que pasó el tiempo puedo afirmar que:
Le debo al querido Coyita más de un aprendizaje, él influyó decisivamente para que respete aún más mis raíces, ame una cultura con una riqueza ancestral increíble, disfrute de lo maravilloso de su música, de sus poetas, de sus Artistas. Tamién reconozco que no nací en suelo jujeño, pero más de una vez me sorprendí casi musitando:
 "Volveré Jujuy una tarde de estas vidaleando olvidos, bagualeando penas..."

El viernes 5 de marzo de 2010 a las 15 horas y 12 minutos falleció a la edad de 79 años en la ciudad de Tilcara, allí muy cerca de las agüitas del río Huasamayo a las que alguna vez le cantara. 
Humilde, silencioso, hombre andino por excelencia y que tanto hiciera por su querido Jujuy emprendió el viaje de retorno a la Madre Tierra que lo cobijará por siempre amorosamente en su regazo. 

Alguien alguna vez dijo: 
"No dejó un vacío. Dejó un espacio lleno de música, poesía y amor para que todos sepamos disfrutarlo y transmitirlo. Y un mandato: aprender a honrar a nuestra tierra como él lo hizo cada día de su vida". 
Quiero cerrar este post con una copla del Coyita:

"Y si un febrero no vuelvo 
mi copla te esperará 
con una caja y mil coplas 
que otras voces cantarán."