miércoles, 3 de abril de 2013

ADIOS MAESTRO AMARANTO CHAÑI: por Nelson Barco


Ya les dije, el día en que yo me muera nada de llorar, porque tienen que hacer la "musiqueada" aquí nomás", decía en su última nota, y ojalá sus niños así lo asuman, aunque sea muy difícil no derramar un lágrima por el maestro. Y agregaba, "ojalá que Dios me dé mucha vida para seguir enseñando, mientras tenga vida mi alegría es seguir enseñando". 
Hoy nuestra alegría es haber contado en la historia de la música jujeña, con un maestro engrandecido por su generosidad extrema, escrita no sólo con palabras sino con claros ejemplos palpables, sus alumnos.

La calle La Madrid no será la misma, en esa casa donde tanto tiempo funcionó la famosa "Peluquería de Amaranto". Allí donde cada vez que pasábamos se escuchaba música, ¿funcional? No, música en vivo de pequeñas manos que soñaban con ser como él. Amaranto Chañi falleció ayer tras por un accidente terrible que terminó con su vida, dejando con una gran dolor a cientos de niños entre los que actualmente estaban bajo su ala educadora y los cientos de niños que pasaron y hoy son adultos, muchos exitosos de la música a nivel internacional. En el recientemente realizado Recital de la Reconquista, escuchamos los acordes de los "discipulitos" de Amaranto, niños entusiastas que tocan más con sus sonrisas que con sus deditos los instrumentos que él les mostró. Esos mismos niños cambiaron sus sonrisas por un rostro triste desde que se enteraron del accidente el martes por la mañana.


Fue conocido en el país junto a sus hermanos (Los Hermanos Chañi) más por sus méritos de padres musicales de centenares de artistas jujeños, que por su propia carrera musical. Y es que la generosidad, la humildad de no pretender brillar solos, y la imperiosa decisión que mantuvieron siempre de no lucrar con la música, hicieron que su poder de guías fuera más fuerte.